sábado, 8 de agosto de 2009

Escritor chileno Alfonso Calderón morre aos 78 anos


Causa da morte foi um infarto. Corpo será cremado nesta segunda-feira

O escritor chileno Alfonso Calderón, Prêmio Nacional de Literatura em 1998, morreu neste sábado (8) aos 78 anos por causa de um infarto, informou a imprensa local. O corpo do crítico e cronista, que era membro da Academia Chilena da Língua desde 1981, será velado na Universidade Diego Portais, em Santiago, a partir desta tarde, e será cremado na segunda-feira.

Calderón, pai da poetisa Teresa Calderón, foi subdiretor da Biblioteca Nacional em meados dos anos 90, dirigiu a revista Mapocho e trabalhou como crítico nas revistas Ercilla, Hoy e Apsi.

Nascido em 1930 em San Fernando, 140 quilômetros ao sul de Santiago, Calderón conservou sempre o costume de escrever em seu diário, que levou a uma série de livros, o primeiro deles intitulado La Valija de Rimbaud (A Maleta de Rimbaud).

Dentro de suas obras mais importantes, estão seus livros de poesia Primer Consejo a los Arcángeles del Viento (Primeiro Conselho aos Arcanjos do Vento), de 1949; El País Jubiloso (O País Jubiloso), de 1958; Isla de los Bienaventurados (Ilha dos Bem-aventurados), de 1973, e Poemas para Clavecín (Poemas para Cravo), de 1978, assim como o romance Toca esa Rumba, don Azpiazu (Toca essa Rumba, dom Azpiazu), de 1970.

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Alguns poemas de Calderón


Eres El Anochecer

Allí donde comienza el silencio,
estás tú,
toda deseo, toda extensión
como hierba o álamo solo
que recoge el instante puro de unos sueños
en la triste, tan triste presencia de unas manos sin venas,
blancas y solitarias como el dolor,
blancas y pausadas como el olvido mismo.



De la Resignación

Hubo manos que sumergieron fórmulas
y quisieron volar
como aire o corazón interminable.

Hubo instantes
en que el mar se creyó sangre
y buscó las arterias.

... ... ... ...

Por el cielo...
un ángel sonreía.



Primer Consejo a los Arcángeles del Viento

Vosotros
estáis callados
arcángeles del viento.
No sentís el temblor de unos muslos
ni el clamor de las venas;
no os importa
el latido de una estrella
ni el fin de la espuma.

¿Para qué
iluminar las horas
si no cantáis a la luna efímera
que resbala en el cielo?

Cuando sepáis contemplar
el vibrar de la mejilla
y el caliente esquema de un vuelo.
Cuando podáis presagiar la estrella
en el misterio de una paloma vegetal.

Entonces os comprenderé,
y habrá en el reino de las plumas
otro pretendido pasajero
de la ceniza y el reflejo.

Yo abandonaré la penumbra
de las lentas manos de llanto,
para mezclarme a vosotros
en una rosa de escarcha
o en la agonía de un pez de magnolia.

Y entonces,
entraré al reino del silencio.

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